Al observar las fotografías y videos que dejan los más de 10 días de movilizaciones que ha vivido el país, hay una particularidad que salta a la vista: una gran mayoría de las personas en las calles, de aquellos que gritan arengas, que llevan banderas, tambores y pitos, son jóvenes y estudiantes colombianos.
Aunque las manifestaciones que comenzaron el 28 de abril en contra de la reforma tributaria han movilizado a varios sectores sociales, políticos, económicos y diversos grupos de la ciudadanía, no se puede negar que han sido ellos, los jóvenes y los estudiantes, quienes han liderado y protagonizado gran parte de las manifestaciones en el país.
Y es que aún con el retiro de la reforma tributaria, y cuando muchos pensaron que la movilización terminaría allí, las marchas no se han detenido, pues quienes siguen en las calles han dejado ver que su inconformismo va mucho más allá del proyecto de ley del Gobierno Nacional. Entonces, ¿por qué los jóvenes y estudiantes siguen en las calles? ¿Cuáles son las razones de su inconformismo? ¿Qué soluciones ven al estallido social que vive Colombia en este momento?
Lo primero que hay que dejar claro es que el movimiento estudiantil y juvenil es bastante amplio, por lo que sus exigencias y reclamos son tan diversos como ellos mismos, por lo que reunir la totalidad de sus inconformidades y puntos de vista es una tarea compleja. Sin embargo, coinciden en algunos de sus reclamos.
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Jennifer Pedraza, líder estudiantil y representante estudiantil de la Universidad Nacional Sede Bogotá, asegura que la reforma tributaria fue solo la estocada final a una grave crisis económica agudizada por la pandemia que golpeó a todos los sectores de la sociedad.
En eso coincide Carlos Charry, sociólogo y experto en movimientos sociales, quien afirma que el estallido social actual es producto de una sumatoria de cosas que tienen que ver con problemas estructurales, no solo económicos sino también psicosociales.
“El trasfondo de esto no es el tema de la tributaria, sino el reclamo de la gente ante una falta de contexto por parte de los mandatarios con la realidad del país y de las personas. Y el dato que también rebosó la copa fue el aumento de la pobreza como impacto de la pandemia. Pasamos de un 36 % a un 42 % de pobreza monetaria. Esos datos que se hicieron públicos días antes de lanzar la reforma, o paralelo con el tema de la reforma, se conjugaron para generar un alto inconformismo”, explica.
La Defensoría del Pueblo da cuenta de 24 denuncias de personas fallecidas en medio de las manifestaciones, mientras que la ONG temblores da cuenta de 1728 casos de violencia policial y 37 víctimas mortales por presuntas actuaciones de la Policía.
Por eso, la exigencia del respeto y la garantía a la protesta se volvió una exigencia central de los jóvenes, al ver fallecer a jóvenes como Santiago Murillo, en Ibagué; Nicolás Guerrero, en Cali; y muchos otros jóvenes que han caído en medio del paro.
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“El Gobierno Nacional ha pasado por encima de todas las exigencias que hemos hecho y ha atentado contra la integridad de la protesta pacífica. Periódicamente, cada vez que la sociedad colombiana alza su voz, la respuesta del Estado colombiano es precisamente atacar la protesta y la movilización pacífica”, indica Gómez.
En las calles se escuchan también otros reclamos como la renta básica, la matrícula cero, el retiro de la reforma a la salud, entre muchas otras exigencias que se oyen en la diversidad del movimiento estudiantil.
¿Y qué proponen los jóvenes ante este panorama? Aunque el presidente Iván Duque anunció una serie de espacios denominados ‘Encuentros para escucharnos y avanzar en lo fundamental’, no hay mucha confianza sobre esa figura, pues los estudiantes aseguran que es una mesa muy similar a la de 2019, en la que no hubo una solución a los reclamos sociales.
“Se siente mucha desconfianza, porque el gobierno en 2019 convocó a una conversación nacional que fue prácticamente una conversación de yo con yo, es decir, el presidente Iván Duque hablando con la gente que piensa igual a él, fingiendo que están recogiendo un montón de temas y, ¿al final qué fue lo que cambió de la conversación nacional?, nada”, afirma Pedraza.
En eso coincide Charry, para quien, tal como lo perciben los jóvenes, las mesas que convoca el Gobierno son más un espacio de dilación que uno de resolución de conflictos, e indica que en 2019 se abrieron unas mesas de diálogo que se desgastaron y que no llegaron a ningún punto en concreto. “Son mesas de diálogo y no mesas de negociación”, asegura.
Por eso, lo que hoy piden es una mesa de negociación clara y no solo una de diálogo, una mesa conjunta, y no con los sectores citados por separado, en donde se aborden los principales puntos de indignación y se discutan y acuerden soluciones concretas a las necesidades urgentes de los sectores sociales en medio de la pandemia.
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“No es un diálogo general, abstracto, donde nos sentamos a conversar de cómo va la vida, sino que debería ser una negociación clara, con unas reglas y con una metodología acordada y no como el Gobierno decida que es. Debería haber una voluntad clara del Gobierno por una negociación. No por un diálogo abstracto sino por una negociación concreta”, explica Pedraza.
Pero además de la negociación directa con el Gobierno Nacional, los estudiantes plantean que las universidades y la academia también deben jugar un papel importante en salir de la crisis. Para Gómez, los docentes universitarios y las universidades deben ser centros de discusión, de análisis y de propuestas para salir de la crisis estructural.
Por lo pronto, parece que las manifestaciones no se detendrán, hasta que efectivamente se escuche y se negocie directamente con quienes piden mejores condiciones en el país.