Globos blancos al aire para honrar la memoria de los desaparecidos surcaron el firmamento del asentamiento humano Brisas del Polaco de Ocaña, donde familias enteras recuerdan a personas extraviadas durante el conflicto social registrado en los últimos años en esta zona del país.
La ceremonia se llevó a cabo frente al monumento del silencio, representado en un pez como único testigo de los vejámenes y torturas propinadas a las víctimas antes de ser arrojadas al río Catatumbo, ‘como si fuesen racimos de plátano’, aseguran los desplazados de la violencia.
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El personero de Ocaña Jorge Armando Bohórquez Lanzziano hizo el acompañamiento a los sobrevivientes que guardan las esperanzas de encontrar con vida a sus seres queridos.
Cabe recordar que durante la administración de Yebrail Hadad Linero en el 2010 la Asociación de Desplazados de la Provincia de Ocaña levantó la estructura de un ‘bocachico’ para perpetuar la memoria de los caídos en las masacres cometidas en esta región del país.
El río Catatumbo recibió a los muertos de los municipios de Norte de Santander, víctimas de todas las estructuras armadas. El ‘bocachico’ como pez de mayor salida, ha sido un testigo silencioso del horror causado en los cuerpos que se han hundido y desaparecido en las aguas de las vertientes.
Soplan brisas de paz
Las familias de las víctimas acuden al monumento para mantener vivos los recuerdos de quienes desaparecieron río abajo. Daniela Coronel Quintero es una joven estudiante de la facultad de Administración de empresas de la universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña, que integra el grupo motor de la Comisión de la Verdad que recopila los testimonios de los representantes de la tercera edad. “Mi abuela es desplazada por la violencia del Catatumbo y cofundadora del barrio. Ella recuerda esos momentos aciagos cuando mataban a los campesinos y los tiraban al río. Con el órgano informativo ‘Brisas de paz’ queremos mostrar esa superación de los moradores de la zona”, recalcó.
El monumento fue esculpido por el artista Jhon Edinson Ortiz. En la actualidad se hacen unos murales para afianzar la identidad cultural, la paz y convivencia pacífica. Bajo la coordinación de Alfreddy Galvis Torres se escribe un libro titulado ´Reviviendo el pasado, construyendo el futuro’ con testimonios de las víctimas.
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Los testimonios
Lina Magrteh Bautista vivió en carne propia los rigores de la guerra y debido a las amenazas abandonó la zona que recuerda con mucha nostalgia.
“Armados hasta los dientes irrumpían en las fincas, a los trabajadores los descuartizaban y las partes eran lanzadas a la cuenca hidrográfica. Ese pez absorbió el terror, no puede hablar, pero supo las acciones monstruosas y escalofriantes cometidas con nuestros seres queridos”, agregó.
Muchos jóvenes con la esperanza de mejorar las condiciones de vida viajaron al corregimiento de la Gabarra, Tibú y encontraron la muerte. Algunos lograron escapar y sobrevivieron de la barbarie.
El relato más desgarrador ocurrió en una parcela a donde “llegaron hombres armados y comenzaron a amarrar a los labriegos de dos en dos y detrás venía un verdugo que los degollaba. Un joven al ver esa situación, emprendió la huida y le dispararon. Le dieron un tiro en un brazo, perdió la movilidad, pero logró fugarse por unos acantilados. Los 17 amigos fueron ajusticiados”.
Representantes de la Mesa de Víctimas trabajan en la búsqueda de personas dadas por desaparecidas con el apoyo de la Cruz Roja Internacional.
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