Más de 300 ranchos fueron tumbados en las faldas del cerro El Nazareno. Por segunda vez, en dos semanas, fueron desalojadas las familias que invadieron estos terrenos, situados en el asentamiento Alfonso Gómez, en el sector del Anillo Vial que lleva a la vía al Zulia.
Son 105 hectáreas de terreno que, según explica la subsecretaria de Gobierno de la Alcaldía, Sandra Roa, pertenecen a inversiones San José de Cúcuta, una firma privada que no piensa vender los lotes.
Detalló que el último desalojo se hizo sin mayores complicaciones, porque supuestamente los ranchos estaban solos; sin embargo, las personas que aún permanecen en el lote denunciaron lo contrario y sostuvieron que hubo atropellos.
Yenny Lobo, venezolana de Portuguesa, aseguró que sacaron a la gente de los ranchos a la fuerza; que a ella le tumbaron el rancho y ahora duerme con sus cinco hijos en el mismo espacio, pero sin las tablas que servían de pared.
“En medio del desalojo se llevaron todo lo que pudieron, solo dejaron la ropa”, dijo Lobo.
Hay unas 1.000 familias que aún permanecen en los predios y aseguran que seguirán en estos espacios porque tienen la necesidad de una vivienda.
Roa indicó que el municipio seguirá haciendo este tipo de operativos.
Denunció: “Nos hemos dado cuenta de que hay un señor, llamado Ciro, que los estafa a todos. Les ha vendido a 3, 5 y 10 millones de pesos los lotes, y también semanalmente les cobra 4 mil pesos por día de vigilancia. Se están aprovechando de la inocencia de esta gente”.
Sin embargo, Génesis Ulloa, también venezolana de Carabobo, dijo que ella tiene cuatro meses en la invasión a la que llegó con su esposo y sus cinco hijos.
Terminó en la invasión porque llevaba varios días durmiendo en la calle. Dijo que semanalmente fue comprando las tablas y armó el rancho. “Aquí no nos han cobrado por el lote”, dijo.
Zulay Manchego, colombiana, dijo que la forma del desalojo se convirtió en un atropello para las mujeres y los niños.
La subsecretaria de Gobierno denunció además que en esta invasión hay dos bandas de venezolanos que se hacen pasar por los mensajeros de los dueños de los predios. “Es una guerra de dos a ver quién alcanza el poder para manejar esta invasión”, enfatizó.
Esta pelea entre secretaría de Gobierno e invasores se torna muy parecida a la vivida con los vendedores ambulantes. Solo que en esta ocasión el espacio es privado, y no público. Sin embargo, el juego de cazar el gato al ratón como que se repite, porque los invasores aseguran que no tienen para donde irse.