El sonido del acelerador de una motocicleta es la señal que le indica a Yurli Martínez que debe abandonar por varios minutos la carpa del circo.
La razón: su esposo está a punto de entrar al globo de la muerte para hacer uno de los actos más peligrosos que se llevan a cabo bajo la carpa.
A Eros Pompeyo la concentración no le da tiempo para observarla a ella.
Está a punto de ingresar con su moto KTM de 60 centímetros cúbicos a una esfera de 4 metros de circunferencia. Está a segundos de jugarse la vida allí.
Sin embargo, dice que para él no es peligroso. La seguridad y la experiencia que le ha dado la vida lo motivan a hacer el espectáculo y a disfrutarlo. Tanto así que ha estado en las grandes carpas de circos europeos haciendo ese acto hasta con 10 motociclistas al mismo tiempo.
Llegó a Colombia a finales de 2016 a pasar vacaciones junto a su familia, pero decidió prolongar su estadía en la ciudad para llevar a los distintos barrios del área metropolitana de Cúcuta este acto, que poco se ve en los pequeños circos.
Cuenta que solo dos show en la ciudad tienen en sus funciones este acto; sin embargo, la diferencia es que Pompeyo incluye a tres motociclistas al tiempo.
¿Por qué lo hace?
"Me emocionaba cada vez que mi papá entraba con un tío a hacer este acto". Es lo primero que dice Pompeyo, un joven de 31 años, al intentar explicar por qué arriesga su vida todos los días en la motocicleta.
Agrega que han sido muchas las dificultades para tener hoy el globo en su circo. "Los gastos que esto demanda, la economía de la ciudad y los precios devaluados de un circo no ayudan mucho".
Por eso, cada vez que se para en la puerta del circo y ve la estructura en la que se juega la vida, dice que "los sueños se hacen realidad".
Un cuñado muy valiente
Cuando Eros comenzó a dar los primeros giros dentro del globo pensó que para hacer más atractivo el espectáculo era necesario tener otros motociclistas a su lado.
Fue así como le puso una de las pruebas más difíciles a Richard Tarazona, su cuñado, a quien le consiguió una motocicleta y de a poco lo entrenó.
Le pidió tres condiciones: tener muchas ganas, saber montar en moto y no tener miedo. Richard aceptó.
Junto a él lleva un proceso al que se ha adaptado rápidamente, aunque Richard todavía se marea por la rapidez con la que giran.
En el show los acompaña también Wender Quintero, el tercer motociclista que durante varios años ha sido parte de este acto en otros circos. Con él, dice, se entiende perfectamente.
¿Qué pasa adentro?
Cuando el show comienza las motocicletas arrancan y llegan a una velocidad promedio de 80 km/h. Dice Pompeyo que girar a esa velocidad no permite pensar y que cualquier distracción termina en un accidente que podría ser fatal.
"Todo debe hacerse milimétricamente calculado para que salga bien".
La concentración exige tener un control de la mirada, ante los reflejos que se encuentran mientras giran con las luces del circo encendidas.
Debe haber una coordinación exacta para arrancar y finalizar el acto. Mientras gira, una aceleración constante evita caer y chocar con alguno de sus compañeros.
Dicen que se comunican con miradas, señas o, incluso, con una acelerada.
Seis y se va
Eros Pompeyo ya tiene claro que antes de regresar a Europa, donde va a completar ocho años trabajando el espectáculo circense, debe dejar una nueva marca personal.
Su objetivo es rodar con seis motociclistas al tiempo. Con eso se sentirá satisfecho.
Además, dice que se irá tranquilo a seguir trabajando porque sabe que quienes quedan en su circo, el Circo de Pajarito, con ese espectáculo, lo seguirán haciendo de la mejor manera.