La espigada figura de Jorge Enrique Hernández Vega no pasa desapercibida en los salones de arte cucuteños. Él, tiene 46 años como gestor y artista en la frontera, donde goza del reconocimiento en el gremio.
Sus travesías en otras culturas le dieron otra visión del mundo artístico. Nacido en Cúcuta partió de las tierras de Juan Rangel de Cuellar cuando cumplió un año con destino a Bogotá.
En la capital estudió la primaria y el bachillerato y luego se fue a Israel dos años, aprendiendo el idioma y la técnica de batik, antiguo procedimiento para estampar en tela.
“El batik surgió en la isla de Java y como técnica entró en Europa en el 46, convirtiéndose en un elemento plástico”.
Tras vivir 730 días en el país de oriente medio regresó a Colombia y en la Universidad de Los Andes estudió textiles manuales con Olga de Amaral. También tuvo como profesores a Carlos Rojas, Jimmy de Amaral, Enrique Grau y David Manzur.
En el país permaneció por cuatro años y volvió a partir con destino a Europa, adquiriendo conocimientos en cerámica y dibujo. Cumplida esa etapa y como parte de un programa de Artesanías de Colombia adquirió nuevas herramientas en la técnica de batik.
Las vivencias por el mundo lo regresaron a Cúcuta en 1973 y tres años después tuvo su primera exposición como artista en la Torre del Reloj. En diálogo con Hernández habló de su visión del arte local y de hechos que han marcado su vida.
¿Qué sensación despertó la Cúcuta de 1973?
Fue compleja la adaptación, me consideraba cachaco y la nota bogotana era muy diferente a la cucuteña. Acá las personas eran descomplicadas y venía de otra cultura con reglas diferentes. Ahora, soy demasiado cucuteño y toda mi labor plástica la he hecho en la ciudad.
¿Cómo era la ciudad en material cultural?
De muy bajo nivel. Había pocos artistas y existía el Instituto de Cultura y Bellas Artes, donde fui profesor ocho años. Sin embargo, no había un movimiento y 46 años después se ven interesantes planteamientos estéticos contemporáneos. Eso se les debe a artistas con quienes compartí conocimientos como Lucho Brahim (fallecido), Emilio Quintero y Nacho Cáceres, entre otros. Es importante destacar el trabajo de los hermanos Brahim Martínez, quienes insertaron a Cúcuta en la Bienal de Arte Contemporáneo de América del Sur (Bienalsur).
¿Qué ha aportado el taller El Hueco?
En Cúcuta conocí a Rosa Julia Carrillo, me enamoré y nos casamos. Ella es una gran decoradora de cerámica y excelente pintora. Juntos fundamos el taller El Hueco que cumple 40 años de estar formando a nuevas generaciones de artistas.
¿Un evento que recuerde como promotor cultural?
El IV Salón Nacional de Artistas que se cumplió en Cúcuta y me encomendaron la organización. Fue en el año 83 y se logró la participación de 350 artistas. Además, los jurados fueron Eduardo Ramírez Villamizar, Jorge Riveros y Julio Castillo, destacados artistas locales poco conocidos en su tierra. Producto del encuentro el gran escultor pamplonés Ramírez Villamizar donó la escultura Columna Flor, que permanece sin exhibirse en la Secretaría de Cultura de Norte de Santander.
¿Usted es experto en montajes de arte, cuál es el secreto?
Un montaje requiere de un trabajo limpio y va más allá de poner una puntilla y de colgar un cuadro. En el área cultural del Banco de la República y el extinto Colcultura (hoy Ministerio de Cultura), me brindaron formación. Los montajes requieren de una museografía y de una organización de elementos plásticos para que los espectadores vean en perfecta sincronía las obras.
¿Desde el contacto con las obras cómo ve la calidad artística?
Veo evolución plástica y estamos entrando en una contemporaneidad con diversidad de conceptos que no sabemos plantear aún. Considero que Bienalsur está dando elementos para combinar perfectamente lo plástico con lo conceptual. Se tienen grandes artistas que están pidiendo pista.
¿Lo político contribuye para que los artistas despeguen?
Es difícil. Existen las secretarías de Cultura, pero los recursos se van en toda la parafernalia, en funcionamiento y es poco lo que se inyecta para el crecimiento de todos los sectores, sean teatro, danza, pintura, plástica o cine. Casi siempre los secretarios son fichas políticas que no conocen el sector. Se necesita nombrar a personas idóneas para esos cargos.
¿Qué se debe fortalecer en la ciudad?
Darle importancia a los artistas, es inaudito que se deba hacer lobby cuando se tienen tantos años en la gestión cultural. Hay que vincular a la empresa privada, como lo hacen Aguas Kpital y la Fundación Cerámica Italia. Además, la formación en los colegios debe sensibilizar al estudiante para que vea el arte como un medio para activar la mente.