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Usted me va a perdonar, si alguna vez le ofendí, la flor cuando es vulnerable, no abandona su jardín… Al ritmo de A usted, del venezolano Reynando Armas, caminaban centenares de colombianos y de venezolanos en el puente internacional Simón Bolívar. La música los contagió y a otros les despertó el sentimiento por su patria.
La mañana del jueves en la frontera fue de fiesta y de integración, ciudadanos de ambos países bailaron, compartieron historias, dejaron mensajes e hicieron una catarsis a los dramas que viven día a día.
A un costado del letrero bienvenidos a Colombia se presentaron agrupaciones binacionales que le rindieron un homenaje al folclor llanero y a la salsa. Todo ello en el marco del Día Mundial del Refugiado, recordado en la frontera por la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
A la par de los shows musicales los ciudadanos de ambos países interactuaron con un rompecabezas gigante y expresaron su solidaridad por medio de mensajes que escribieron en un mural.
En la frontera se conoció que Colombia es el país que mayor recepción de venezolanos tiene, con 1.260.000 personas, según Acnur.
Los inmigrantes han despertado amores y desamores en la realidad local y las actividades de ayer recordaron a ciudadanos de aquí y de allá que la humanidad no tiene fronteras.
Este mensaje fue ratificado en la toma cultural a Cúcuta que lideró la plataforma El derecho a no obedecer (Corporación Otraparte) e Inside Out Projec.
Ellos, durante la semana, instalaron más de 200 fotografías en los puentes Elías M. Soto y Carlos Ramírez París. El jueves, en la plazoleta externa del Ventura Plaza, inauguraron las instalaciones fotográficas.
La meta es que inmigrantes, refugiados, colombianos retornados y población local tomen consciencia de que “todos somos iguales y lo que nos une no tiene fronteras”.
Los rostros de colombianos y venezolanos radicados en barrios pobres de Cúcuta permanecerán en el espacio público.
Oportunidad de vida
El 16 de septiembre de 2018, llegó a la frontera. La maleta venía cargada de sueños y proyectos por materializar fuera de su patria. El destino: Argentina y Cúcuta era solo una ciudad de tránsito.
Él, Jesús Alberto Gómez Hernández, quien desde que salió de su hogar en el Estado Trujillo (Venezuela), ha enfrentado duras pruebas, es un ejemplo de cómo el espíritu emprendedor puede vencer las dificultades.
En el vecino país estudiaba comunicación social en la Universidad Católica de Santa Rosa y trabajaba en la Alcaldía de Chacao. Sus profesores renunciaron y ese hecho, unido al desmejoramiento de la calidad de vida, hicieron que vendiera sus pertenencias consiguiendo 1.200 dólares y viajó a la frontera.
Al llegar a Cúcuta e ir a una casa de cambio a cambiar unos pocos dólares para mantenerse en la ciudad, le dijeron que el dinero era falso: lo estafaron.
El drama invadió la vida del valiente Jesús, quien logró ubicar a unos parientes lejanos que le tendieron la mano.
El sueño argentino se desvaneció, pero Cúcuta le mostró otro camino. Acá, conoció a organizaciones sociales con las que trabajó y se fue acercando a los proyectos de Acnur.
Su carisma, alegría y empoderamiento, le valieron para ser contratado por una oenegé socia de Acnur. Actualmente trabaja en proyectos con comunidades LGBT en Cúcuta, ciudad que le ofreció una oportunidad de vida.
En el puente Carlos Ramírez París (San Mateo), se ubicaron fotografías.
Rostros de aquí y de allá busca reflexionar en torno a la movilidad humana.