Sentado en una barda en la Torre del Reloj, sonriente y orgulloso, Jhorman Albeiro Tariba García, de 24 años, miró su tríptico ‘Humedad’, obra inspirada en la vida microscópica.
Junto con él, Marlyn Stephanny Narváez Ortega, de 27 años, se paró frente al ensamble ‘Riqueza intangible’, que representa las fuentes hídricas de Norte de Santander.
Las obras de los cucuteños, elaboradas con rigor profesional, visualmente atractivas, con conceptos claros y perfectos acabados, fueron las número uno del Salón del Agua 2019, en pintura y técnicas varias.
Una semana después de haber recibido el primer lugar en el concurso de arte que promueve Aguas Kpital, aceptaron la invitación para estar frente a sus creaciones en la Torre del Reloj, donde permanecerán expuestas hasta el 5 de julio.
Curiosamente ambos son arquitectos y es la primera vez que participan en el Salón del Agua. Para ellos su profesión está ligada a lo artístico y el primer lugar es motivación para seguir cosechando triunfos.
Vida microscópica
Junio ha sido el mes soñado para Tariba, pues conquistó al jurado del Salón del Agua y a fin de mes recibe el título de arquitecto en la Universidad Francisco de Paula Santander.
Él, además, es técnico en artes plásticas y visuales de la academia Tallando Talentos, donde estudió becado por la Alcaldía de Cúcuta.
Desde la primaria y el bachillerato, que cursó en el colegio Sagrado Corazón de Jesús, se sintió atraído por el arte, comenzando con dibujos en carboncillo. El paso de los años lo llevó a interesarse por escribir, tomar fotografías, ver cine, dibujar a otro nivel y elaborar murales.
Tariba vive en el barrio San Miguel parte baja y considera que en los dos últimos años ha perfeccionado su quehacer artístico, investigando y leyendo.
“Me gusta el surrealismo, el dadaísmo, el abstraccionismo, valoro el arte clásico, me gusta explorar y combinar de todo un poco”.
Esa inquietud lo llevó a concebir una obra de gran factura como ‘Humedad’. “Cuando estaba pintando cuadros naturalistas pensé en lo diminuto, en el moho y las levaduras, esa vida diminuta a la que no se le suele abrir las puertas, pues el hombre habla de lo natural como si solo se tratará de plantas y animales”.
Eso, fusionado con las condiciones climáticas de Cúcuta, la humedad relativa del aire y la velocidad del viento que modifica en la superficie la vida microscópica, le dio origen a la obra.
En esencia es una pintura (tríptico) sobre madera reciclada, tomada de una puerta que se dañó por la humedad en la casa de una tía de Tariba.
Para darle vida a los cuadros utilizó glicerina sutilmente medida para manejar los tiempos de secado, un material compatible con los acrílicos y los vinilos.
El ensamble ‘Riqueza intangible’, de Marlyn Stephanny Narváez Ortega, representa siete ríos de Norte de Santander. La pieza tiene dos metros de altura y fue elaborada con metal.
Ríos, riqueza dorada
La arquitecta Narváez, quien en los últimos años ha estado vinculada a proyectos de investigación en la Universidad Francisco de Paula Santander, contó que siempre ha sentido necesidad de expresarse con el arte y que ello viene de familia.
“Me encantan los museos, vivo en Claret y lo que mueve mi corazón es el arte. Desde hace varios años le he venido haciendo seguimiento al Salón del Agua”.
Una vez concibió la obra ‘Riqueza intangible’, demoró 10 días elaborándola. La misma representa siete ríos de Norte de Santander, los cuales por medio de mapeo hidrográfico fueron convertidos en una pieza artística. Los mismos son: Catatumbo, Tarra, Tibú, Sardinata, Zulia, Pamplonita y Táchira.
La obra tridimensional se elaboró con materiales metálicos aplicando técnicas de ensamblaje por soldadura. En los acabados se implementaron procesos de desgaste en textura y revestimiento metálico.
El color dorado que luce el ensamble hace alusión a la riqueza inmaterial que se debe conservarse, como es el agua.