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Cúcuta
“Me devolvieron la pierna y la vida”
 Frankcis Coromoto del Carmen Dorantes García tiene apenas 12 años.
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Keila Vilchez
Keila Vílchez B.
Sábado, 29 de Junio de 2019

En el Hospital Erasmo Meoz recibieron a la niña Frankcis Dorantes y le salvaron la pierna derecha que presentaba quemaduras de tercer grado y con riesgo de amputación, a pesar de no contar con un área especializada en el centro de salud.

Con fuerza toma los barrotes de las barras paralelas en la sala de rehabilitación. El dolor es desgarrante pero sus ganas son mayores. Logra apoyarse sobre sus dos piernas delgadas y marcadas por los vestigios del fuego, que hace un año y dos meses le consumieron el 90 por ciento de su piel. Frankcis Coromoto del Carmen Dorantes García tiene apenas 12 años, pero le ha tocado guerrear como grande por todo este tiempo.

El 13 abril llegó a Cúcuta luego de recorrer 1.411 kilómetros desde Maturín, en el estado oriental venezolano de Monagas. Su madre, Yalitza García, solo guardaba la esperanza de escuchar otro diagnóstico médico al dado por los especialistas en el vecino país: había que amputarle la pierna.

Luego de tres días de viaje, Frankcis, junto a su madre y su papá, Mario Dorantes, llegaron al puente Francisco de Paula Santander, que aún permanecía cerrado, y pasaron, como dice el refrán popular, como ‘Pedro por  su casa’. 

“Los guardias y funcionarios de migración al verle la pierna a Frankcis nos abrieron el paso enseguida, y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba frente a urgencias del Hospital Erasmo Meoz. A Ureña llegamos a las 11 de la mañana, y a las 12:30 de la tarde a mi niña la estaban ingresando para atenderla. A las 4 de la tarde ya estaba hospitalizada en el cuarto piso”, contó.

Frankcis ingresó con la pierna derecha cubierta de apósitos que resguardaban una quemadura de tercer grado; casi todo el miembro, excepto su pie, fue consumido por el fuego.

Ingrid Pamela Ortega, médico general del centro de salud, explicó que llegó con un defecto de cobertura, es decir, “con el músculo expuesto, sin piel, en carne viva”.

El dolor de la quemadura lo llevaba Frankcis hace un poco más de un año, cuando se roció con gasolina por accidente sus piernas mientras quemaban basura. El fuego la arropó velozmente.

En Venezuela fue llevada al Hospital Universitario Manuel Núñez Tovar, donde fue atendida. Sin embargo, nunca logró una cicatrización porque no tenían cómo hacerle los injertos de piel que requería.

“Nosotros comprábamos hasta las batas que se iban a poner los doctores para hacerle las curas, todo, y para nosotros como familia fue imposible sostener por más tiempo las curas. En ese tiempo se logró salvarle la pierna izquierda, porque estaba menos quemada, pero para la derecha hacía falta un dermatomo en el hospital, porque se había dañado, y no tenían cómo reponer el equipo”, explicó la madre.

Durante dos meses la mantuvieron hospitalizada en el Meoz y el equipo médico que la atendió logró salvarle la pierna. La doctora detalló que las curaciones fueron hechas en el área de cirugía porque las lesiones eran tan severas que era imposible hacerlas sin anestesia.

“Le hicieron cinco injertos, y tras concluir el primero, debió ser recluida en la Uci porque presentó una hemorragia muy fuerte. En esa área la mantuvieron por cinco días aproximadamente”, precisó.

Los injertos fueron extraídos de la pierna ya sanada, y se logró la recuperación total de la piel. Explica la médico general que ahora le toca otro paso duro: las sesiones de rehabilitación, que también las está haciendo en el hospital.

La misma Frankcis cuenta cómo fue su primera sesión de rehabilitación. “Tenía mucho miedo, porque la primera vez que me levantaron en Venezuela para que caminara, no pude, me desmayé porque estaba sangrando mucho por las heridas. Le agarré miedo a no volver a caminar”, dijo.

“En el hospital me devolvieron mi pierna, y también mi vida”, sostuvo la niña. 

Más de 20 terapias requiere la niña venezolana para lograr ponerse de pie. Pero con su valentía se ganó el corazón del personal de enfermería y médico.

“Esto ha sido un camino largo, pero satisfactorio porque verla ya prácticamente sana es un milagro. Nos ha tocado dormir en la calle, y en la casa de paso Madre Laura nos dieron cobijo por mucho tiempo; estamos agradecidos. Ahora estamos en busca de un lugar seguro para ella”, dijo la madre.

La médico general explicó que la sanación también dependió del proceso de alimentación rico en proteínas, dieta requerida para este tipo de pacientes. 

Actualmente Frankcis está haciendo las terapias que son costeadas por conocidos, enfermeros y personal del mismo hospital. 

Sin servicio

El subgerente de los servicios de salud del Hospital Erasmo Meoz, Andrés Eloy Galvis, explicó que este tipo de pacientes son atendidos en el centro de salud a pesar de no contar con un área de quemados especializada. 

Indicó que aquellos casos que son de suma gravedad son remitidos a Bucaramanga, ciudad más cercana que cuenta con el servicio especializado.

Explicó que las atenciones que se hacen a personas quemadas en el Meoz corren por cuenta de la Eps y si es población vulnerable por el Instituto Departamental de Salud (Ids). 

Galvis precisó que el hospital no cuenta con un área de quemados como tal, porque los equipos que se manejan en este servicio son muy costosos. Incluso, indicó que a nivel privado tampoco existe en Cúcuta el servicio por la misma razón.

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