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Los efectos del cambio climático en Norte de Santander

El biólogo Luis Sánchez, docente de la Unipamplona, habla con La Opinión sobre esta realidad.

Gobiernos de las distintas naciones golpeadas por los efectos del cambio climático insistieron al seno de la conferencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Glasgow (Escocia), sobre la necesidad de actuar ¡Ya! para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global y que representan una amenaza latente para la humanidad. 

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La Opinión, a propósito de la cumbre internacional sobre la que el mundo tiene puestos los ojos, reconociendo además la preocupación que comparten científicos, ecologistas, académicos y millones de personas sobre estos fenómenos climáticos, que producen a diario muerte y destrucción, consultó a expertos de la región para conocer cómo está afectando a Norte de Santander el cambio climático, y cuáles pueden ser las acciones que de manera individual y colectiva se deben iniciar para ayudar a resolver el problema. 
 
El biólogo Luis Sánchez, docente de la Universidad de Pamplona, dijo al respecto, que esos efectos ya se pueden ver en Norte de Santander, al cambiar los regímenes de lluvias, las velocidades del viento con ventarrones que derriban árboles, arrancan los techos de las viviendas, arrasan cultivos, provocan veranos muy largos que generen épocas de sequía o lluvias intensas con inundaciones y deslizamientos, como ha ocurrido en el departamento.

La urgencia de actuar en el contexto global para que esas acciones incidan en las regiones, fue lo que llevó a que se adoptara hace pocos días en la COP26, en un compromiso histórico firmado por más de 100 naciones, “emitir menos gas metano (CH4) y poner freno a la deforestación y la degradación del suelo”.

El metano tiene un efecto invernadero 80 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2) y sus fuentes, como las minas de carbón a cielo abierto y el ganado, según lo expuesto en Glasgow, noticia que reciben a beneficio de inventario grupos ambientalistas porque son promesas para 2030, lo que consideran un plazo demasiado tardío dada la amenaza del calentamiento global para la supervivencia de la humanidad.

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Sánchez explicó que efectivamente el metano es un gas altamente nocivo dado que por la disposición de sus moléculas atrapa la luz del sol que llega a la tierra, igual que un vidrio en un invernadero, transformándolo en calor.

“Eso es lo que produce el efecto invernadero, porque transforma la energía del sol en energía térmica, incrementando el calor en la tierra que es lo que produce el cambio climático con todos sus efectos en la velocidad de los vientos, las precipitaciones y sequías”.

 Plantar y cuidar los árboles son acciones de primer orden en la lucha contra el cambio climático. /Archivo La Opinión

 

Así mismo el dióxido de carbono, que se generan por el consumo de combustibles fósiles, por la quema o descomposición de madera e incluso por la respiración de los organismos, CO2 que tiene la capacidad de almacenar el calor que se genera por la radiación solar y aumentar la temperatura de la tierra de manera general.

La idea es tratar de que no se incremente esa concentración de CO2 y que en el futuro la tendencia sea a disminuir esos niveles, advierte el experto.

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Precisamente esa es una de las misiones que tiene la COP26, desarrollar el Acuerdo de París de 2015, que fijó como gran objetivo limitar el calentamiento del planeta a +1,5ºC. 

El docente dijo que los árboles y las plantas en general son los organismos vivos más eficientes en capturar C02 y volverlo madera, por lo que reforestar, en el caso de Norte de Santander, aquellas áreas afectadas por la tala indiscriminada, es una de las maneras importantes de contribuir a reducir la huella de carbono y por consiguiente mejorar el clima.

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Si se siguen incrementando esos niveles de emisiones contaminantes y arrasando con la capa vegetal, se llegará a un punto crítico en que todo se sale de control, “donde ya la misma tierra no sea capaz de regular, generándose en consecuencia fluctuaciones muy grandes en todas las condiciones climáticas que pueden afectar enormemente a la humanidad”, puntualizó el biólogo. 

La combustión de carbón mineral es uno de los factores contaminantes de mayor riesgo. /AFP

 

Mitigar los impactos

Sandra Gómez, subdirectora de recursos naturales de la Corporación  Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor), considera que es hora de que todos debemos tomar conciencia de que las acciones que se hagan valen, para bien o para mal, entonces lo que se hace con relación al cambio climático, las emisiones contaminantes, la huella de carbono y a mitigar los efectos cuenta, desde lo colectivo y lo individual.

En la posición de ser conscientes de esa realidad, se empiezan a tomar medidas para reducir los impactos, que pueden ser muy sencillas, como desde la casa evitando usar tanta bolsa plástica o el sobreempacado que en una sociedad consumista se tiene, cuyo uso es de muy corta duración, pero su descomposición puede ser mayor a un siglo, advierte la funcionaria. 

En el momento que se empiezan a interiorizar estos aspectos, se opta por tomar medidas para que la huella de carbono se reduzca, además de lo anotado anteriormente, consumir productos de la región, porque de esa manera se reducen las distancias y los tiempos para el transporte de carga y así las emisiones de gases. 

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Otras actividades son disminuir la cantidad de residuos sólidos que se producen en la cotidianidad, como basura, la comida que se bota cuando se deja dañar,  que generan gases de efecto invernadero, así como el uso eficiente de la energía y el ahorro del agua,  “acciones que impactan positivamente en la economía familiar, entonces es un gana-gana,  porque se evita la presión sobre los recursos naturales y se economiza dinero”, según Sandra Gómez. 

Lo mismo es empezar a tener una cultura de utilizar medios de transporte que sean más amigables con el medio ambiente, como las bicicletas, el transporte público, evitar el consumismo, todo sumado a las decisiones que se tomen desde políticas de Estado que van a tener un impacto positivo.

“Una de las acciones que se deben tener como política de Estado es la protección de los bosques, teniendo en cuenta que el cambio climático es una realidad, los efectos ya se están viendo, hay situaciones de clima que están alterando el ciclo del agua, con temporadas de invierno altas”, explica.

Las emisiones de gases de efecto invernadero de fuentes móviles son otro factor de riesgo./ Archivo La Opinión

 

Sandra Gómez dijo que deben ser políticas públicas robustas como la protección de los ecosistemas más importantes para el caso de Norte de Santander, destacadas en las agendas de todas las administraciones regional y locales, así como en el sector privado.

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El argumento es que la protección de los bosques, de los árboles, es la medida más efectiva para controlar los efectos del cambio climático. “Disminuir los gases de efecto invernadero definitivamente es por medio de los bosques y la conservación de lo que tenemos”, subraya. 

Reitera que una de las medidas es la conservación de los ecosistemas estratégicos, especialmente los ecosistemas de alta montaña, los páramos, los bosques, “que debería ser una medida muy fuerte y deberían ser las inversiones más importantes para garantizar seguir habitando los territorios del departamento”.

La directiva de Corponor explicó que Norte de Santander es un departamento muy vulnerable a los efectos del cambio climático, que no está adaptado a esas condiciones, donde se producen deslizamientos cada vez que llueve y taponan las vías,  por lo que se hace necesario tomar medidas urgentes, “porque nosotros como nortesantandereanos podríamos tener los efectos más graves en esa materia”.

Producir energías alternativas, son parte de la solución al problema del cambio climático,/ AFP

 

Huella de carbono

La huella de carbono es equivalente a los gases de efecto invernadero que cada persona produce, que se mide en toneladas o kilos de dióxido de carbono y varía dependiendo de las actividades que cada uno hace anualmente.

El promedio anual de emisiones de carbono por persona es alrededor de 6 toneladas de CO2, lo que equivale a 72 árboles que deberían ser plantados por cada persona para eliminar su huella de carbono.

Factores como la frecuencia de los viajes en avión o automóvil, el tiempo de duración en la ducha, la dieta o la forma de consumir los alimentos, el tipo de ropa o cosméticos que se usan, influyen en el impacto ambiental, explican los expertos.

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Una hectárea de páramo retiene hasta 200 toneladas de monóxido de carbono, de ahí la importancia de los páramos y de su conservación, porque si se deforesta una hectárea de bosque de un páramo se libera esa gran cantidad de gas venenoso, porque los páramos tienen la tarea de capturarlos, aparte de que son mitigadores del calentamiento global, condición que los hace más frágiles, dice German Salamanca, presidente de la Asociación de propietarios de predios del páramo de Santurbán.

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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Sábado, 6 de Noviembre de 2021
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