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El espejo oriental…
Ológrafo
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Lunes, 21 de Julio de 2025

El linaje oriental se nutre de un pensamiento centrado en la sabiduría, para esperar la presencia del destino y, en un paralelo espiritual, reverente y ancestral, acoger el devenir como un sueño bonito.

Nos enseña el karma, la ley de la causa y el efecto que hace, a cada uno, responsable de cultivar lo que siembra, cosechar la rectitud y la ecuanimidad y, así, adoptar la costumbre silenciosa de la virtud.

Y el dharma, que es la moral innata de la vida, la serenidad de la razón, la disciplina y la nobleza del conocimiento que inspiran, al corazón, a superar el umbral superficial y hallar la plenitud en el alma.

Los actos pasados se intercalan con el futuro en un ciclo progresivo, para que el karma se afiance en una consciencia -sensata- que nos oriente hacia el justo equilibrio de juzgar tal como se piensa.

El dharma es una sombra amable que va cambiando su dimensión, pero sin dejar de aferrarse a su vocación de recoger los karmas que han resuelto su fragilidad humana y saben que, lo mejor, es la medida del todo.

En nuestra circunstancia temporal, siempre, recorremos sólo la mitad del camino, pero debemos aprender que falta otro tanto por conquistar, para sabernos vencedores, o vencidos, con criterio y dignidad.

(Los viejos –todos– somos buenos, hemos ido con nuestro karma entre el bien y el mal, y la vida nos ha cobrado por el camino el valor de la libertad, para ir hacia un dharma sabio en la verdad y escuchar su eco, a veces a hurtadillas, envueltos de recuerdos…y de olvidos).


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